viernes, 14 de marzo de 2014

Insólito y sospechoso reclamo salarial. Erran un pase a un compañero que está a dos metros de distancia y ganan lo mismo que un presidente del directorio de una sociedad anónima. Salgan a tirar curriculums y van a ver lo difícil que está la calle. Imberbes.


Que año inmundo. Cuando levanté mi copa la medianoche del 31 de diciembre nunca me imaginé que le estaba dando la bienvenida a un 2014 que iba a convertirse en un buey meando tupidamente sobre mi cabeza. Que pesadilla tan macabra todo esto por favor. Ya ni me acuerdo como era aquello de estar contento después de un partido de fútbol. Encima las pestilencias fecales no paraban de ganar, menos mal que ahora aflojaron un poco con tanto ojete. Hace un par de columnas que ni los nombro. Mala señal. Mi silencio no es hijo de la indiferencia, por dentro me estoy retorciendo del asco. A la noche tengo horrorosas pesadillas, la semana pasada soñé que el Bicho Godano regresaba de Zurich con una valijita y adentro traía los 6 puntos recuperados. Lo recibía una multitud de negros olorosos en Sauce Viejo, la Banda Municipal tocaba con sus trompetas vayan pelando las chauchas. Popopopopo rugían los trombones en mi cabeza. Salté desesperado de la cama y terminé abrazado al inodoro vomitando mi propia bilis. Estoy desayunando y en el televisor aparece Osella abrazado a Toresani festejando un gol. Sobre la misma silla en la que estoy sentado largo todo el café por el culo sin que pase por mis riñones. 
Buscando un poco de paz logrando distraernos con un momento de ocio, el jueves a la noche salimos a cenar con la cúpula dirigencial de la agrupación La Robot Alberto. Algunos integrantes, cansados del olor a yacaré que emanan los manteles de la Capri Napole, propusieron ir para el lado de algún coqueto barrio santafesino. Atravesamos a pie la espesa bruma de la Plaza Pueyrredón y nos metimos en una pintoresca esquina de Barrio Candioti. “PALADAR NEGRO” leí cuando agarré la carta mientras a mis compañeros les llamaba la atención la presencia de unos baldes debajo de cada una de las mesas que ocupaban los parroquianos. Vino bonarda, picada de fiambres y el que ocupaba la cabecera se encargó en menos de 5 segundos de destrozar aquel propósito de disfrutar las pequeñas cosas que tiene la vida para olvidarnos por un momento de las penas. “Nuestro equipo son 11 porongas con botincitos y mediecitas que mueven sus patitas sin saber para adonde ir. ¿Sintieron esa súbita euforia minutos antes de que arranque el partido en Posadas? Cuando veían en la tabla que ganando quedábamos a 5 puntos del ascenso. Bueno, retengan ese instante en sus cerebros porque fue el momento que mas cerca estuvieron de asemejarse a un hincha de fútbol que aún conserva unas partículas de dignidad. De ahora en mas y durante unos cuantos meses que nos quedan por delante, van a ser los tipos mas execrables, desgraciados y miserables que caminen por estas tierras que fundó Garay.” “Tiene razón tiene razón!” apoyó un comensal mientras cometía la locura de pinchar esas mierdas con forma de raba pero que en realidad son aros de cebollas apócrifamente empanizados. “Se vienen los meses mas oscuros de nuestras vidas. Divagarán cual fantasmas por las calles de la ciudad escuchando detrás de las ventanas a gente discutiendo acaloradamente sobre si en la delantera tiene que jugar el Kun Agüero o el Pipita Higuaín. Y eso no es todo. Recen porque Argentina no salga campeón. Será como estar a centímetros de las tetas de Luisana Lopilato, tocar con la punta de tu nariz sus rosados pezones y al abrir la boca encontrarte con que no tenés lengua.” Se acerca un mozo a la mesa de al lado y descubro para que estaban los baldes, al llevarle la cuenta sacó una guillotinita y a cada uno de los 4 comensales les arrancó las pelotas impidiendo el recipiente plástico que los pisos se manchen con el desangrado testicular. Mientras reviso nuevamente la carta para confirmar que nos iban a arrancar las vísceras, el que estaba al lado mío pincha una salchicha y continúa con los lamentos “Salchicha! Salchicha! Ahora se hace el sindicalista. Brahian Aleman Athaydes es el jugador que marcó un antes y un después en la historia del Club Atlético Unión. A partir de su llegada sufrimos los años mas negros en la historia de nuestra sagrada institución. Ni siquiera hizo un mínimo aporte aquella inolvidable tarde que le ganamos a las heces negras con el penal de Lanchita Lizio. Lo miró desde un palco con una gorra de béisbol y comiendo un chupetín. Ahora sale a hacer declaraciones explosivas como si estuviera en unas paritarias. Es el jugador mas vende humo que tuvo Unión en los últimos 10 años y nadie le para el carro, yo no entiendo mas nada. Que alguien le mande un mail y le avise que descendimos y que en la B damos lástima. Está todo el día mandando twitter y demás pavadas en vez de preocuparse por rendir en la cancha. Que desgracia tener que soportar a hace tipo simulando foules en la mitad de la cancha, como no nací en la época de mi Viejo cuando jugaban Sabino Regenhardt, El Robot Alberto, la Oveja Telch y Ribecca. Mi vida es una mierda, pidan la cuenta”. “Claaaro!” grita otro avivando la caldera. “Yo jugaba al tenis en el club en esas épocas doradas. Pasaban esas bestias por el pasillito y te daba escalofrío escuchar el ruido que hacían los tapones de los botines contra las baldosas. Metían miedo, ahora son unos metrosexuales. Magnin se preocupa mas por peinarse el jopo y que la remera le ajuste los bíceps que por aguantar una pelota de espaldas al arco.” Escuché que iban a pedir la cuenta y salí raudamente hacia un cajero automático para poder cubrir la escandalosa suma. Dejé atrás esa esquina y todavía se escuchaba a lo lejos los mismos lamentos de siempre mezclados con el ruido a los baldes que cada uno de mis amigos comenzaban a acomodarse en sus entrepiernas “Cerdo apestoso tenías un equipo armadito para la Primera División. Venías con viento a favor, Dios te había guiñado un ojo y saliste con la tribuna verga esa, dejaste ir a medio equipo, Rosales, Velazquez, bla bla bla…” Detuve mi marcha y me quedé sentado en unos fríos escalones de mármol del viejo hospital de niños. Era el momento ideal para masticar una pregunta que comenzaba a tornarse insoportable adentro de mi cabeza. ¿Qué te están haciendo querido Unión? ¿Qué te están haciendo?


Qvuelvanlosvisitantes.


4 comentarios:

  1. impecable por cierto como siempre...ahhh me olvidaba....LA CONCHA DE TU MADRE ALEMAN!!!

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  2. qué grande sos, qué buenas columnas, AGUANTE UNIÓN

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  3. Menos reclamo y más huevo manga de hijos de puta. Un genio el muchacho que hace esta columna

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