viernes, 15 de febrero de 2013

No soy de festejar que un tipo se haya lastimado pero yo no me olvido Sr. Bovaglio cuando usted le gritó un gol a nuestros pobres discapacitados que sentados en la platea Redonda miraban sorprendidos ante tal demostración de odio. Ojalá que no te funcione el timbrecito cuando quieras llamar a la enfermera para que te traiga un papagayo y tengas que dormir toda la noche con el penetrante olor a orina seca en tus sábanas.



Rafaela gana 3 a 0 en su cancha con la misma facilidad que yo relajo las paredes de mi esfínter para liberar un gas mientras estoy orinando sobre un árbol en Plaza España y miro como un travesti pasa en motoneta tirado con gomera por la onda verde de Rivadavia. Hablando de Plaza España, te aviso ser humano de cabellera zanahoril que para llegar a la Terminal de Ómnibus pedile al taxista que tome por Hipólito Yrigoyen y vas a desembocar derechito en la estación. Llevá monedas para darle al pibe que acomoda los bolsos en la baulera del colectivo. Tus horas en esta ciudad prácticamente están contadas.
Ya ni me acuerdo lo que se sentía al ganar un partido. Una vez mas la pelota escurriéndosele de las yemas de sus dedos a ese energúmeno y el gritito de euforia del equipo rival. Pero les juro que esta vez ni siquiera me dolió. Parecemos fantasmas yendo a la cancha, nos robaron el alma. Cada vez somos mas los que nos acercamos al 15 de abril por razones totalmente ajenas al resultado deportivo. Que cosa hermosa estar en la cancha de Unión una tarde de verano cuando cae el sol. Reencontrarse con amigos. Entusiasmarse con algún que otro cantito. Miren en esta foto la cara del Viejo que marcamos con un círculo. Nuestro equipo de asistentes analizaron la imagen y dictaminaron sin dudar que el septuagenario en lugar de mirar a Salchicha besándose sus tatuajes festejando un gol que ni siquiera hizo, prefirió observar boquiabierto a las nuevas promotoras de calzas rojas que hacen pilates reformer y deben desayunar todos los días con avena y yogurt de vainilla (hablando de yogurt Colorado yo en tu lugar iría consumiendo los lácteos que tengas en la heladera y todos los alimentos que puedan llegar a ponerse feos porque los minutos de tu estadía en Santa Fe se van consumiendo cual goteo de suero conectado a las venas de una vieja internada con cursiadera en terapia intensiva del Sanatorio San Jerónimo):



Minutos antes del inevitable desenlace y cuando se comenzaban a revolear las remeras al ritmo del “Ole ole ole ole ole ole olá!” yo pensé en voz alta “Cada vez que cantamos el olé olé olé olá, siempre nos perforaron el ojete sobre la hora”. Y cuando me di vuelta para recordarle a uno de mis compañeros aquel partido que nos empató Ben Hur en el minuto final (esa vez que medio equipo purgó todas sus amarillas creyendo que la clasificación estaba asegurada y al final tuvimos que ir a jugarnos las bolas en la última fecha contra Quilmes y Uñali puso a Rodrigo Acosta y a Cara de Goma Weinner para reemplazar a Serrrizuela y a Pereyra suspendidos), me di cuenta que hacía veinte minutos mi amigo sabiamente ya se había retirado de la cancha para conseguir una buena mesa en La Capri Napole dejándome un cartelito pegado con cinta scotch en el cemento del paravalancha aún caliente por el sol que decía “Si ganamos nos vamos a 10 puntos, mis testículos están muertos de risa. Yo vine a ver otra cosa y esa persona roja con chombita a rayas horizontales sentada en el banco de suplentes y que nos prometió un equipo súper agresivo, puso un volante ofensivo cuando se le lesionó el 9 y faltando media hora sacó a un mediocampista para poner un fulbá. Mentira roja. Peste roja. Caca roja el lunes andá a Litoral Gas e iniciá los trámites para darle de baja a tu medidor de gas porque tus días en Santa Fe ya están contados. Yo me voy a la mierda y les voy pidiendo unos triples. Y ni se les ocurra cantar el olé olé olé olá”.
Pitazo final y nos fuimos en silencio despacito caminando hacia La Capri. Si bien a fuerza de bañarnos en el sufrimiento vamos de a poco conociendo el secreto de la resignación, tampoco está tan bueno que otra vez todos los fines de semana nos vuelvan a romper el orto sin cesar. Llegué a la esquina y le dí una palmada a mi amigo que nos había reservado una mesa estratégica. El debate a cielo abierto ya estaba desatado. Un rengo que miraba con ganas a un surtidor de la YPF para rociarse en nafta y prenderse fuego para acabar con su vida tan miserable, se paró arriba de una mesa a los gritos “Me cansó el Nene. Cavallaro es una mierdita con botincitos. Es una caquita con canilleritas y mediecitas!” Un mozo lo interrumpió: “Pará un poco enfermo! ese pibe tiene talento. Si lo empezás a presionar, lo vas a terminar mandando al mismo purgatorio donde hoy descansan los Cúder, los Urrestis, los Bolzán y los Goicoecheas”. Y cuando los puños eran inminentes, el primer liso que estaba helado me invitó a entredormirme con la mejilla apoyada sobre unos palitos salados. Y tuve un sueño de lo mas extraño. Casi premonitorio….


“Jueves 9 de mayo del 2014. Son las diez de la noche y esa pizza de mierda que no llega. Encima hace un frío de la gran cajeta, con el dólar a 13 pesos si llego a prender la estufa la boleta del gas me va a venir con una foto de Evo Morales agarrándose las bolas con su mano izquierda y con la otra señalándome el rostro. REEEEEEEENNN! Timbre. Abro la puerta y al reconocer al pibe del delivery siento esa desazón propia de ver el ocaso de alguien que alguna vez fue conocido. La misma sensación que sentí aquella madrugada fría de invierno cuando me subí en la esquina de San Lorenzo y Boulevard a un remiss Express y un gordito de tez oscura, luego de recibir las coordenadas de un tugurio que prometía una noche salvaje, giró su cuello y me dijo con sus ojos llenos de entusiasmo “vos sabes quien soy yo? Soy Eduardo Sanchez, jugué en Unión y una tarde en el Monumental frente a River Plate agarré la pelota con toda la superficie de mi empeine y la colgué de un ángulo. Te juro que la platea San Martín me aplaudía de pie. Que golazo por favor, te lo cuento y se me pone la piel de pollo, mayo de 1990, terminamos empatando 2 a 2, bla bla… partido luchado pero de ida y vuelta… bla bla bla bla… listo nene, llegamos. San Jerónimo al 9700, uy ¿adonde viniste? acá te van a romper tanto el orto”. Me entrega la pizza y la visera de la gorrita roja que tapaba su rostro me confundió un poco pero al darme el vuelto lo pude identificar perfectamente, la mitad provenzal mitad palmitos me la había traído Perafán, era él… sin dudas. Cierro la puerta y me siento rápido para lograr comerla tibiecita, se llega a enfriar esta bazofia y puede ser letal como las pizzas que vendían a $ 3,00.- en aquella rotisería llamada “Top Secret” que hace muchos años se animaron a abrir en Avenida Lopez y Planes entre las calles Perú y Bolivia. Calientes eran un manjar, pero cuando se enfriaban parecía que estabas comiendo sobre el culo de un equino. Prendo el televisor y me encuentro con un primer plano de Alejandro Sabella rodeado de micrófonos dando la lista definitiva para el mundial 2014: “… Y los delanteros son, Gonzalo Pedro Higuaín, Sergio Ismael Abel Agüero, Leonel Edgardo Messi y con el número 23 Damián “Lanchita” Lizio. Muchísimas gracias a todos y buenas noches. Nos vemos en la tierra del carnaval”.



                                                      Qvuelvanlosvisitantes.

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