Si hace 15 días alguien me decía que de los tres partidos contra Independiente,
Defensa e Instituto íbamos a sacar 5 puntos, yo lo palmeaba en la espalda y le
daba una bolsita de plástico para que la use cuando le viniese el vómito porque
solamente un chupado podía gozar de tanto optimismo con un equipo que en su
zaga central tiene de titular a Danilo de las lentitudes desesperantes Gerlo.
¿Y si ahora ganamos de nuevo? ¿Que pasa si en la fecha que viene gana oneeeeoooooonnn???!!!
Candidatos absolutos a la corona. En la recta final nuestra cancha va a ser una
hoguera. Exhumen los cuerpos de algunos ex presidentes y antes de cada partido
que un grupo de encapuchados los paseen en andas alrededor del campo de juego. Después
que los dejen a los costados de cada arco. Me encantaría ver la cara del
arquero rival cuando entre caminando al área chica para ocupar su posición y
vea dos féretros en posición vertical apoyados contra los carteles
publicitarios. Pero hay que poner unos policías con escudos para que protejan
los ataúdes de los pelotazos porque imagínense un tiro libre de Salchicha de
esos que la pelota sale de su empeine como un misil soviético, pega en ese
brillantísimo Jesucristo de bronce y el cajón se derrumba como la estatua de
Sadamm Husseim. En una imagen dantesca un pibe alcanzapelotas acomodando el
cadáver mientras Ricardo Porta grita desde la cabina “Una barbaridad lo que estamos viendo. A quien se le habrá ocurrido
semejante idea. La locura por conseguir el ascenso ya no tiene límites.”
Aprovecho estos fugaces minutos de libertad para rogarle a mi jefe que
me saque la poronga tamaño control remoto universal de Cablevisión llamada
“carga laboral” la cual a partir de este año ha colocado dolorosamente entre
mis nalgas. He aquí una de las razones que conspiran contra la aparición de
estas insoportables columnas. La otra es un extraño síndrome que me ha invitado
a la reflexión, y cuyos efectos han provocado que tome la decisión de alejarme
del fútbol, no mucho tan solo un poco, lo suficiente como para proteger mi
salud psíquica y cardíaca. Una serie de sucesos deportivos me demostraron que a
pesar de tener las dos pelotas como un Dodge, aún no he alcanzado un grado de
madurez anímica tal que me permitan disfrutar de un partido de fútbol dentro de
mis cabales. Uno de los hechos movilizadores fue el penal que erró Chacarita en
el último minuto frente a Chicago condenándolo a la mismísima C. El arquero
atajó la pelota y su técnico el Tano Passini salió corriendo gritando un gol
inexistente, enceguecido por la desesperación de perderlo todo en un fatídico
segundo. No puedo imaginarme el infierno que vivió ese tipo. Lo imagino esa
noche en su casa con un tenedor cortando un raviol recalentado en el microondas,
la esposa al lado haciendo bollitos con la miga del pan en sepulcral silencio.
Rememoro ese penal y se me ponen los pelos de punta.
Cuando terminó el último Newells - Central, me fui a parar en una
esquina de Avenida Pellegrini a escasas cuadras del Parque Independencia.
Desprecio a los dos equipos, por mí que hubiese caído una bomba en el medio de
la cancha exterminando a ambas parcialidades. Pero un raro impulso me llevó
hacia aquella esquina, necesitaba ver lo que estaban viviendo esa gente al
salir de la cancha. El silencio era inexplicable, miles y miles de personas
caminando y tan solo se escuchaba el ruido de las zapatillas que raspaban el
pavimento. Un aislado alarido desgarrador insultando al cielo acentuaba el
dolor de todos los caminantes. Tuve que sentarme en el cordón de la vereda de
tanto estupor. No debe existir cosas mas surrealista que esos minutos de
caminata después de perder un clásico en tu propia cancha, tu cerebro elabora
pensamientos incoherentes. Si en ese momento me someten a un estudio
psiquiátrico, sin dudas que me declararían como insano mental.
Noten que mencioné dos hechos totalmente ajenos a mi querido Unión, pero
pensar en la remotísima posibilidad de sufrir algo parecido me espanta. Yo creo
que en el próximo clásico, en un lateral mal cobrado me defeco mis propias
pantorrillas.
Con el penal que erró All Boys sobre la hora contra las inmundicias
fecales se me cayeron mechones de pelos del odio. Negar que de vez en cuando
miro un partido de los estiércoles sería pecar de hipócrita como aquel miembro
de la guerrilla urbana de Cuba quien al entrevistarse con el Che Guevara le
pidió mantener en secreto el plan revolucionario para que no se enteren los
yankis. El Che le respondió “¿Así que tú
te crees que podemos hacer una revolución a espaldas de los americanos? ¡Que
comemierda eres!”. Por eso apelo a mi franqueza para decirte de frente a
vos raza cursienta que cada gol tuyo lo sufro como una puñalada trapera, no
vivo en Santa Fe y ni siquiera la distancia hace las veces de Reliverán para
calmar las nauseas que me provocan los festejitos mentecatos de Osella quien
llora, se mea y menstrua ante cada gol que convierte su equipo. Cuando enfocan
esa tribuna llena de soretes abrazándose en un festejo, los pensamientos mas
macabros y oscuros nacen de mi mente. Oh raza inmunda cuando llegará el día que
un rayo divino descargue su furia eléctrica en el centro de tu corazón.
Qvuelvanlosvisitantes.
que genio sos, no dejes de escribir por favor!!!! lo del Tano PAssini fue genial... jaja, es la manifestación pura. Gracias loco
ResponderEliminarLas ultimas 6 lineas describen mis sentimientos perfectamente. GENIO! muerte a la raza puta
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